Stories
February 15, 2024
Por: Iván Chanis Barahona
Iván, dedicado defensor de los derechos humanos, comenzó su labor de defensa en la Universidad de Nueva York y adquirió una importante experiencia durante su etapa como diplomático. Desde los derechos de los indígenas hasta la negociación de la Convención Interamericana del Adulto Mayor, su trayectoria mezcla diplomacia y activismo. Como portavoz de los casos de matrimonio entre personas del mismo sexo, Iván fundó la Fundación Iguales – Panamá, que ha tenido un impacto en 300.000 vidas a través de campañas inclusivas. El trabajo de su vida refleja un compromiso con la justicia y la igualdad, impulsado por la empatía y la esperanza de un mundo mejor. Iván fue invitado de Shelter City Amsterdam en 2023, donde se centró en la colaboración con aliados locales y la revitalización.
Responder a la pregunta ¿Quién soy yo como defensor de derechos humanos? Tengo varias respuestas que se complementan. Es un estilo de vida. Es la historia de cómo llegas a vivir los principios de derechos humanos. Son los hitos en esa historia que marcan tu rol dentro de la defensa de los principios universales. Son las altas y bajas que te regalan la perspectiva de las consecuencias de vivir esos principios. En mi caso, es la formación de Fundación Iguales y la esperanza de vivir en un mundo bajo los principios de justicia e igualdad.
Mi camino comienza formalmente mientras estudiaba en NYU, cuando una compañera, quien como parte de nuestro programa de maestría participaba de unas clínicas de derechos humanos y me habló sobre eso. Cosa que yo no del todo comprendía, pero que conocer de su trabajo fue suficiente para activar esa curiosidad que ha caracterizado mi desarrollo personal y profesional. Si bien, desde la facultad de derecho estudié formalmente derechos humanos, no había sentido esa curiosidad hasta entonces, tenía yo 25 años de edad y tuve la dicha de estar expuesto a abogadas que se preocupaban por brindar apoyo legal gratuito a personas desfavorecidas en la ciudad de Nueva York.
De los muchos hitos en mi historia que marcaron mi rol dentro de la defensa de los principios universales es sin duda mi tiempo en Washington, DC. Mi gran escuela fue mi tiempo como diplomático en la Organización de Estados Interamericanos (OEA) donde me tocó aprender la hermosura del multilateralismo, de los mundos que se construyen en los diferentes sistemas de derechos humanos, como lo son el universal y el interamericano. Poco a poco me fui exponiendo y digamos profesionalizando en los principios, estándares, jerga de los derechos humanos y su desarrollo sobre todo en las Américas.
Muchos asumen y encasillan, naturalmente, en mi experiencia en derechos de personas LGBTIQ+. Pero formalmente mi inicio profesional se da en derechos de pueblos indígenas, cuando asistía a quien era mi supervisor en el Grupo de Trabajo encargado de negociar la Declaración Americana Sobre Los Derechos De Los Pueblos Indígenas. Acto seguido asumo el cargo de negociar el documento para Plan De Acción Del Decenio De Las Y Los Afrodescendientes En Las Américas (2016-2025). Fui también uno de los negociadores para Panamá de las Convenciones de Racismo y Discriminación (Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial, y Formas Conexas de Intolerancia y la Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación) en ese mismo espacio multilateral. Siendo mi trabajo más largo y dedicado el negociar la Convención Interamericana por los derechos humanos de personas mayores.
Esta etapa de mi trabajo diplomático es especial porque forjó en gran manera el activista que soy hoy. Al participar del proceso de conceptualización, negociación y aprobación del primer instrumento internacional vinculante en materia de protección de derechos humanos de personas mayores. Igual de importante fue tomar cargos directivos dentro del Grupo de Trabajo encargado de negociar la Convención, primero como Vicepresidente y luego como Presidente, donde tuve una profunda exposición al trabajo interseccional con expertos de los distintos países miembros, representantes de organismos especializados como la Organización Panamericana de la Salud, una plural y especializada sociedad civil, donde colaboré cercanamente con Human Rights Watch y Hospice International, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como la Secretaría General de la OEA. Solo recordar esas miles de horas de negociación, trabajo constructivo, y aprendizaje, que concretaron con uno de los instrumentos más progresistas actualmente en el sistema internacional de derechos humanos es uno de los mayores logros de mi vida adulta.
Y ciertamente hay momentos de las altas y bajas que te enseñan sobre las consecuencias de vivir los principios de derechos humanos. Dando un breve salto a un periodo de profunda decepción en las instituciones a las que dediqué gran parte de mi energía e inocencia profesional, el universo me regaló la oportunidad de ser libre para poder explorar otra área de mi paso por esta vida, la de convertirme en un activista de derechos humanos. Ya era uno de los abogados que participaba de los casos sobre matrimonio civil de parejas del mismo sexo en Panamá, y al hacerse público me convertí además en vocero del caso. Esto me expuso de manera exponencial a la vida pública, lo que cambió totalmente mi vida. Ya no sería más un activista sigiloso y estratégico, si no uno visible, asertivo y que usa su visibilidad para normalizar las vidas de personas LGBTIQ+. Para mí fue muy claro que debía de manera paralela iniciar lo que es ahora una de las organizaciones más exitosas y con mayor credibilidad en la rica pluralidad de la sociedad civil de Panamá y Las Américas, me refiero a uno de mis grandes proyectos de vida: Fundación Iguales – Panamá.
Lo que inició como una idea creativa es hoy la inspiración para que más personas sientan y encuentren el respeto a su dignidad dentro de nuestra sociedad.
Fundación Iguales se forma con la idea de aprovechar espacios que tradicionalmente no se habían explorado en el activismo LGBTIQ+, más siempre respetando el trabajo que generaciones de activistas ya habían alcanzado, buscando no interponerse o duplicar esfuerzos, más enriquecer el trabajo social para la plena inclusión de personas lesbianas, gais, bisexuales, trans, intersex, queer y demás personas que conforman la diversidad sexual y de manera interseccional todo grupo en condición de vulnerabilidad.
Ya son siete años de arduo trabajo. Lo que inició como una idea creativa es hoy la inspiración para que más personas sientan y encuentren el respeto a su dignidad dentro de nuestra sociedad. Al inicio me tocaba hacer desde un comunicado de prensa, hasta hacer en Canva los posts de Instagram. Hoy, somos un equipo multidisciplinario logrando el cambio social. Nuestro primer apoyo económico de una institución, casualmente vino de la Embajada del Reino de los Países Bajos, lugar que me recibió y apoyó a través de la iniciativa Shelter City. Hoy con la ayuda de organismos internacionales de derechos humanos, embajadas, empresas, voluntarios y seguidores podemos decir que Fundación Iguales ha mejorado la realidad de personas de la diversidad sexual en Panamá y en las Américas. Con campañas de sensibilización nacional como Sí Acepto, podemos categóricamente decir que, en tres años de campaña 300,000 personas en Panamá se suman al apoyo de personas LGBT y su derecho vivir en libertad.
ser un defensor de derechos humanos es un estilo de vida.
Para mí, ser un defensor de derechos humanos es un estilo de vida. Es una convicción en los valores de humanidad, comunidad, compromiso, protección, promoción y respeto. Cualquiera que los defienda, comprendiendo profundamente los valores asociados a los derechos humanos es una persona que busca encontrar en cada momento y espacio de la vida la empatía hacia otras personas. Como humanos, no somos perfectos, pero es el deber de todo quien ha tenido el privilegio de conocer la belleza de los principios de derechos humanos a constantemente y conscientemente educarse, ampliar sus conocimientos y alcance de la humanidad en toda su diversidad, complejidades, desafíos y riqueza. Procuro entonces vivir de esa forma, dentro de mis principios, haciendo un constante ejercicio filosófico de dónde estoy y a dónde quiero ir, dónde puedo servir mejor, y en una cada vez más honesta reflexión sobre qué también personalmente necesito para ser feliz.
Lo que siempre persiste es la esperanza de vivir en un mundo bajo los principios de justicia e igualdad.
Lo que siempre persiste es la esperanza de vivir en un mundo bajo los principios de justicia e igualdad. El trabajo en ocasiones ha sido retador, una constante cuesta arriba, especialmente con un Gobierno que se niega a aceptar los tiempos, donde la democracia intrínsicamente necesita del respeto de los derechos humanos de todos los grupos sin discriminación. Pero el camino sigue con la convicción en nuestra misión. Yo especialmente me inspiro de la juventud y su deseo de vivir en una sociedad de iguales. Y los avances lleguen temprano o tarde ya los experimento. Que un joven queer de testimonio de que no tiene miedo de salir del armario, porque está convencido de que, por mis aportes, él vivirá, a pesar de los desafíos, en una mejor sociedad que años anteriores, es todo el testimonio que necesito para sentirme satisfecho. El cambio es inminente y así muchas más personas podrán vivir felices y en libertad.
Agradecemos a Iván que haya compartido su historia de crecimiento y perseverancia.